¿QUIEN DECIDE?
Hace unos días, los periodistas Christian Zurita y Fernando Villavicencio publicaron el artículo Llurimagua: La fiebre del cobre donde denunciaron el negocio oscuro y perjudicial para el Ecuador entre algunos corruptos del régimen de Moreno y la empresa chilena Codelco.
En síntesis, el plan consistía en que Codelco se lleve la totalidad del yacimiento de cobre bajos los suelos ricos y biodiversos de Intag, estafando monstruosamente al Ecuador. Pero más allá de ese tema los periodistas no analizaron otro mucho más relevante: ¿quiénes tienen el derecho a decidir sobre el futuro de esta zona hiper diversa en culturas, biodiversidad, y excepcionalmente rica en recursos hídricos y suelos productivos? ¿Lo tienen un par de funcionarios desalmados del Ministerio de Energía y Recursos no Renovables? ¿Funcionarios sumisos del Ministerio del Ambiente, vasallos de la política extractivista del régimen de turno? ¿O, será que el poder de decisión lo tiene exclusivamente el Presidente del Ecuador de turno? La mayoría de estos ciudadanos están en sus puestos a veces solo meses, y viven en una burbuja urbana totalmente divorciada de la realidad del campo. Ninguno conoce la zona de Intag o las comunidades agrícolas dentro de la concesión minera Llurimagua. Tampoco conocen sus incontables ríos cristalinos y el bosque primario y sus cientos de especies en peligro de extinción que hoy están amenazadas, producto de la codicia repugnante de un manojo de funcionarios.
El hecho de que se tenga que plantear la pregunta en sí, es una deprimente señal del nivel de depravación que se ha llegado como sociedad.
La disputa
En su denuncia, los periodistas tampoco mencionaron que durante los últimos 25 años Intag ha sido, y sigue siendo, el escenario donde precisamente se disputa esa pregunta. Digo se disputa puesto que los funcionarios de escritorio de la capital piensan que tienen el derecho a decidir sobre nuestro futuro, mientras la gran mayoría de habitantes de Intag no dudan que ese derecho lo tenemos quienes seríamos los más impactados, incluyendo los que seríamos desalojados de nuestras comunidades y fincas, y cuyas fuentes de agua serían contaminadas. El simple hecho que con la minería a gran escala se secaría nuestro clima, implica que impactaría toda la economía agrícola-ganadera de Intag, y a miles de familias campesinas.
A los que dicen “de donde vamos a conseguir la plata para reactivar la economía del país?”, les invito a que indaguen lo que la gran minería ha significado en países como el Ecuador. Que mencionen un solo país en desarrollo con la diversidad cultural y biológica que tiene el Ecuador y que haya logrado salir de la pobreza con la minería. Que indague lo que ha significado nuestra vil dependencia a ese otro recurso no renovable que ahora se encuentra mucho más barato que el agua. Y que se tomen el tiempo y analicen el Estudio de Impacto Ambiental preliminar para una pequeña mina de cobre en la concesión Llurimagua, elaborado por expertos japoneses que pronosticó tanta deforestación que secaría nuestro clima, contaminaría nuestras fuentes de agua con metales pesados, impactaría a especies en peligro de extinción, y necesitaría la reubicación de cuatro comunidades, al mismo tiempo que provocaría un aumento de la delincuencia. Un año después, se descubrió 5 veces más cobre. Hoy, Codelco alega que puede haber 50 veces más cobre.
Cómo si fuera poco…
A los terribles y predecibles impactos arriba mencionados se le tendría que añadir la degradación de varios derechos Constitucionales colectivos y de la naturaleza; como son el derecho al Buen Vivir; a la consulta ambiental legítima y oportuna; al derecho de vivir en un ambiente sano y libre de contaminación, el derecho a vivir en una cultura de paz, y al derecho de la naturaleza y las especies a reproducirse y gozar de protección estatal eficaz. Más claro: la minería a gran escala en lugares como Intag degradaría fatalmente la Constitución, y lo poco que queda del estado de derecho.
En fin, los impactos nefastos sociales y ambientales- incluso económicos- de la gran minería en lugares como Intag serían inimaginables si permitimos que otros que no sean los habitantes de esta zona y Cantón, sean quienes tomen la decisión sobre el mundo que deseamos, y el que deseamos dejarles a las futuras generaciones.
Hoy es el Día Mundial de la Tierra. En estos días de virus y cuarentenas, más que en otros escenarios, se ha demostrado el verdadero valor de contar con suelos fértiles y productivos, y gente del campo digna, amante de su tierra y comprometida a defenderla.
Ahora solo toca que cada uno de Ustedes se involucre un poco más, en la defensa de esta tierra; Nuestra Tierra..